Breve aporte tras la estancia en Alp, Cerdanya, Girona, Catalunya.
Uno de los pueblos que se alojan a las faldas de las montañas que delimitan este excelso valle, de alta montaña, con un clima mediterráneo, suavizado durante el verano.
Cada año, al llegar puedes percibir el crecimiento por todos los pequeños pueblos que conforman la comarca, del aumento paulatino, pero sin descanso, de construcciones para alojar a los foráneos con ganas de venir a descansar de ajetreo ciudadano.
Por suerte el valle es lo suficientemente amplio para permitirlo, de momento. Sigo siendo un lugar espléndido, digno de ser visitado, se disfruta de un paisaje y unos pueblos muy auténticos.
Supongo que los que nos hemos calzado unas botas de montaña para andar entre ellas, estamos algo más capacitados, para reconocer y admirar, lo que lleva de sacrificio y valor, algo que podemos considerar una gesta.
Si es algo que realiza un hijo, el orgullo es notable y el resultado se aprecia aún más, por ello os muestro un trabajo ajeno, el cual lo considero altamente apreciable y muy digno de dar a conocer.
Una travesía saliendo de una playa del mar Cantábrico, para llegar al mar Mediterráneo, Pirineos mediante. Excursión en solitario, con la dificultad añadida que ello representa.
Muchos días de recorrido en solitario, con pocos encuentros con seres humanos, realizando la misma hazaña, en un sentido o en otro, mucha caminata acumulada en las botas y hacen cada paso añadido, más difícil, más lento, siendo costosa la subida, pero también la bajada.
Un recorrido maravilloso, que nos ofrece de forma nítida, para disfrute en casa de los sedentarios, que o ya no podemos hacer tal esfuerzo o no se está preparado para ello.
Pero está claro que os recomiendo totalmente su visionado, pues notaréis las sensaciones que producen el recorrido andando entre montañas y las buenas vibraciones captadas desde sus alturas.