Escapada motera
Parte I
Barcelona-Lleida-Huesca- Jaca-Pamplona-Vitoria-Bilbao
Vehículo: Royal Enfield Interceptor 650
Expedición compuesta por dos personas: un piloto navegador y un cronista. Con la propuesta de un doble motivo para acudir a la meta.
Ni que decir tiene que estamos muy lejos de ser unos moteros al uso, de los que se estila ver por las carreteras en cualquier época del año.
Pero cosas más raras se han visto y tampoco tenían edad.
Para darle un poco de pimienta a la cosa, en una para técnica antes de iniciar el viaje en sí, el poner aire para mantener correctas las presiones de las ruedas, se convirtió en una pérdida que obligó a acudir al taller y con ello retrasar en algo más la partida y así poder beneficiarnos de unas horas de sol más calurosas.
Salvando este pequeño contratiempo, que no afecto en nada a la moral viajera que llevábamos en nuestras alforjas, partimos hacia Lleida por la autovía, que siguen sin indicarla mucho para que acabes colándote en la autopista de peaje.
Velocidad de crucero continua, bastante tráfico de vehículos comerciales al tratarse de un día laborable.
El calor aprieta de lo lindo, apenas llevamos una camisa, de manga larga por supuesto, para protegernos del sol. La neurona no sólo lucha por salir del encierro de la cabeza, sino que se desespera cuando sabe que encima hay un casco.
En las paradas para aprovisionar combustible, el líquido puesto en la moto es similar a nuestra ingesta de agua. El precio nada que ver a pesar de lo mucho que ha subido el agua.
Pasamos por Lleida a la que le dedicamos un saludo cariñoso, diciéndole que a la vuelta ya pararemos. El destino nos apremia y pretendemos acercarnos a él lo más rápido posible, seguimos ruta hacia Huesca.
El calor sigue apretando, las carreteras sin una sombra que nos cobije, permiten que el sol se instale en nuestras cabezas y espaldas de forma implacable, el correr del aire apenas mengua un poco la sensación de sequedad en el ambiente.
Seguimos rumbo a Jaca, nos engañamos pensando que, al ir más hacia el norte, la sensación de agobio por el calor menguará, pero apenas es la sensación de ver un espejismo de esos con laguito y palmeras.
Nos quedamos a comer una ensalada de esas que hidratan y alimentan por igual, en Jaca población muy recordada por nuestro pasado excursionista y de otras lindezas.
Acto seguido seguimos subiendo por la piel de toro hacia Pamplona, lugar que estos días está de celebración de su patrón San Fermín, con la afluencia de gentío que ello conlleva.
Para ese momento ya hemos decidido llegarnos lo más cercano a la meta, pensando que toda esta zona estará con el letrero de todo ocupado, en todos sus hoteles, casas rurales, pensiones y calabozos.
A poco de llegar a Iruña cogemos la carretera que nos llevará a Vitoria, lugar tranquilo y de buen vivir, siempre respetado.
Las ganas de llegar a destino nos espolonean lo suficiente para sin hacer caso a nuestros desfallecidos y desecados cuerpos, seguir y seguir sin descanso, a pesar de que, en la última parada de suministro de carburante, he estado dando vueltas sin sentir las piernas, andando como un robot acartonado, en busca del bar para vaciar la botella de agua en el gaznate sin preguntar su origen y los beneficios que sus maravillosas sales incorporadas me podían proporcionar.
Bilbao nos espera, como una vieja dama cargada de buenas historias, comida abundante, bebidas serias y señorío a espuertas.
Hacemos nuestra entrada triunfal, es un decir dada nuestra apariencia real de merluzos sacados del agua, contemplando la dorada esfinge del museo al cual acudiremos al día siguiente, nuevo sello de identidad de una ciudad rejuvenecida.
Barcelona, 17 julio 2022
"merluzos recién..." Jajaja
ResponderEliminarMuy feliz visita, Alfred.
Abrazos.
La ola de calor que nos atrapa es impresionante.
EliminarMuchas gracias Sara.
Abrazos.
Pedazo de viaje, habréis llegado reventados. Pero ahora toca disfrutar.
ResponderEliminarUn abrazo y pasarlo bien.
Sí, pero valía la pena, ha sido un acto de rejuvenecimiento. ;)
EliminarMuchas gracias Ángel.
Un abrazo.
Viajar para que se nos achique el mundo y así mejor poderlo pensar... Que empredimiento tan vital, Alfred, y cuàntas crónicas e historias tendrás para contar...
ResponderEliminarAbrazo hasta allá.
Viajar ensancha el espíritu.
EliminarAún siendo corto, dará para más de una crónica ;)
Un abrazo desde el fuego que nos rodea.
Un periplo para recordar viejos tiempos, Alfred, cuando correr en la moto era más suicida. Espero lo hayas pasado de lo mejor. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarPara recordar y reverdecer.
EliminarBueno hace unos cuantos años las cosas eran más precarias.
Lo hemos pasado genial. Además se produjo un encuentro que colma cualquier buena imaginación.
Un abrazo, Carlos!!!
Interesante forma de aprovechar los días del verano.
ResponderEliminarSaludos,
J.
El buen tiempo y las actividades culturales que proliferan por doquier, incitan a la movilidad.
EliminarSaludos J.
A disfrutar mucho amigo,cariños.
ResponderEliminarMuchas gracias Fiaris, en eso estamos.
EliminarCariños.
Ayer hice un comentario y debe ser que con este calor insoportable la neurona no fue capaz de ponerse en marcha, y no le debí dar a publicar.
ResponderEliminarIntentaré recurrir a la memoría.
Te decía que realizasteis una ruta muy interesante hasta llegar a Bilbao, la villa señorial del buen yantar, buen beber y de aún mejores damas :)))
Pero no quiero desvelar cosas que imagino abordarás en la segunda parte ;)
Una pena que justo vinierais con este calor insoportable .
Besines
Hay comentarios que debería de quedar cincelados cual piedra de Roseta, para el descubrimiento de las posibilidades que tiene la lectura de un texto. Neurona aparte. ;)))
EliminarFue un viaje largo y farragoso por el tema del calor agobiante de esos días, pero muy enriquecedor como lo son todos los viajes hechos con ganas.
Lo de otorgar a Bilbao con esas merecedoras definiciones, incluida la última de tu autoría, no puesta no por no pensada sino para que no me vengan con mandangas, las suscribo totalmente. Incluso te puedes encontrar con una bella dama de armas tomar a quién rendirle pleitesia, no fuera el caso.
Haces bien, habrá dos y no hay dos sin tres ;))))
Tuvisteis suerte de que ello produjo una merma en nuestras capacidades de seducción.
Besines.
Bilbao es donde he pasado más calor en toda mi vida, y he vivido un año en África.
ResponderEliminarUn verano tuve que ir por trabajo y no lo olvidaré jamás.
Los mosquitos caían muertos de los árboles. Lo sé porque de repente se me llenó la camisa de "cosas negras" y eran mosquitos...
Saludos.
Nosotros estuvimos a 36º y fue una experiencia prescindible.
EliminarNosotros los llevamos enganchados del viaje en moto ;)
Pero es una ciudad que vale la pena visitar.
Saludos.
Muy buena ruta amigo mío, de seguro se pasó de maravilla. Esto me recuerda a unos años atrás cuando hacía algunos viajes no tan largos en la vespa o la Lambretta, para los largos cogía la Yamaha Drag Star de 650 y lo pasábamos en grande, pero no con estos calores, os podías haber achicharrado 😀😉
ResponderEliminarUn abrazo Albert.
Una ruta que ya empieza a ser de consideración.
EliminarBuena moto la tuya, mi mujer si tenía una Vespa 160, pero más en plan ciudad. ;)
Los calores nos pillaron sin capacidad de reacción, llegamos y volvimos fundidos.
Un abrazo Juan.
Viajar siempre es irresistible aunque con esa ola de calor que ustedes están viviendo, uff, vaya que liberador tiene que haber sido cuando llegaron a Bilbao. Muy bonita foto del Museo de Arte Contemporáneo.
ResponderEliminarAbrazos Alfred
El calor fue espantoso para lo que nosotros estábamos acostumbrados, pero viajar tiene algo de liberador y descubrimiento que siempre merecen la pena.
EliminarMuchas gracias Tatiana.
Abrazos.
Ya veo que el calor os pudo. Pero quién se salva en las s aventuras de algún inconveniente ¿no?
ResponderEliminarPor Bilbao. Un beso
El calor nos fundió y nos permitió comprender por qué una gallina descabezada sigue corriendo.
EliminarPor Bilbao!!!
Un beso.