Foto colección del autor (Montserrat 1966)
Hace unas pocas semanas falleció, el que fuera uno de esos
prohombres de la cultura resistente, en la que por mí, podría ser llamada
izquierda religiosa combativa.
Me refiero cuando, centrándonos en los tiempos en que la
única resistencia organizada al franquismo era la comunista, mucha gente de
fuertes creencias y prácticas religiosas se avino a colaborar con ellos o sus
postulados, digamos por fuerza de causa mayor.
Era esa época de los curas obreros, hacia finales de los
sesenta del siglo XX, hombres concienciados, muy influenciados por los
postulados de nuestros vecinos del norte, donde existía una apertura de la iglesia a
causas más mundanas como es, el sobrevivir día a día de una forma socialmente
más justa.
Lo conocí por poco tiempo, pues en nuestras vidas un par de
cursos escolares no son gran cosa, pero sí que tienen mucha influencia dada la
edad en que eso sucedió.
Por esto seguramente influyó en mí, de una forma de la que
pese a lo breve, tuvo trascendencia en
mi formación.
De ese conocimiento mutuo, pues no podía renunciar a nada
ya que eran tiempos de absorber de todo mi entorno, surgieron planteamientos
personales muy diferenciados, en cuanto a lo que era la cuestión religiosa y
social.
Él en aquel entonces lucia sotana, pelo al cepillo y
sonrisa intrigante. Será por eso que recuerdo su mote de “El rata”
Servidor era un repetidor recalcitrante y peleón, capaz de
discutir con cualquier autoridad docente que me pusieran por delante.
Eran tiempos difíciles para la educación, donde sólo se nos
quería obedientes y memorizando todo aquello que tuvieran a bien los profes.
Por aquella época, a nadie se le ocurría llamar a uno de
los padres de la congregación por el nombre, pero él insistía en ello, al menos
en el ambiente “escolta” donde era el
consiliario.
Al ser un colegió religioso, de padres escolapios, para ser
más exactos, él era el jefe real aunque quisiera aparentar que no.
Recuerdo nuestras desavenencias, con discusiones
bizantinas, de las que evidentemente no recuerdo nada, pero sí que me iba la
vida en ellas.
También sus llamadas para presentarme en su despacho, en
cualquiera de las horas lectivas, para tenerme allí plantado frente a él,
esperando algún comunicado, orden, comentario o yo que sé, pues acaba la cosa
volviendo a clase sin que me hubiera dicho nada de nada. Supongo que era una
forma de mostrarme su autoridad.
En los campamentos de Semana Santa, sufría una
transformación de carácter, que aun ahora, alucino al recordarlo, pasados
cincuenta años.
Vivía intensamente
la pasión de Cristo, tanto que sufría enormemente con sus torturas y muerte.
Luego amanecía sonriente y satisfecho de la vida, el domingo de Gloria, cuando lo peor ya había pasado.
Luego amanecía sonriente y satisfecho de la vida, el domingo de Gloria, cuando lo peor ya había pasado.
¡Cristo había
resucitado! ¡Loado sea el Señor!
Todo un tipo.
Todo un tipo.
Acabó expulsándome de los scouts y más tarde del colegio,
supongo que me hizo un favor, fui a parar a un cole laíco de gente con pasado.
Encima fui jefe de agrupamiento en otro colegio de la misma orden, parecía puro chiste.
Encima fui jefe de agrupamiento en otro colegio de la misma orden, parecía puro chiste.
Vivió intensamente el sacerdocio y la iglesia hasta que se
le acabó el combustible para defenderla o bien hasta que se dio cuenta que
fuera se estaba mejor, no lo sé, hubiera sido bueno poder tener una de nuestras
charlas ahora, en estos tiempos de desencanto de militancias.
D.E.P Jaume Botey
Sarrià, 16 Marzo 2018
Hola Alfred!
ResponderEliminarPersona sencilla, culta, pedagogo y como sacerdote, espiritual. Hombre dedicado a la educación de los jóvenes a los que supo inculcar valores,que como tu dices, te han influido a lo largo de la vida.
Fue un gran educador. A lo largo de los años, tuvo su metamorfosis que lo acercaron a la vida real, al trabajador, a la sociedad. Compartir su sabiduría con la sociedad. Es de aquellas personas que te dejan huella.
Hola Enric!
EliminarUna persona comprometida con su sociedad y su tiempo, que aún no había dicho su última palabra. Evidentemente deja recuerdos e influencias.
Esas personas que dejan huella, causan un gran vacío, que descanse en paz.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Sí, son personas que marcan a su paso, en la vida de los demás. Aquí m ehe limitado a poner una breve pincelada del tiempo que coincidimos.
EliminarFeliz finde.
El peso del paso de algunos seres en nuestras vidas. Qué post más íntimo y descriptivo de una era, de unos tiempos que creímos pasados. La influencia seguro que fue enorme, por su personalidad y por la edad, imagino catorce o poco más.
ResponderEliminarPrecioso post, Alfred. Un beso
De todos aquellos que ayudan a formarte como persona, algunos los recuerdas más que otros, e incluso puede ser que de alguno practicamente ya no quede recuerdo alguno. Pero de este educador, si que lo he tenido en cuenta, a la hora de saber de su despedida.
EliminarGracias! Un beso.
Por lo que leo fue una persona entregada y solidaria.
ResponderEliminarBonito homenaje le has escrito.
Saludos.
Gracias, era una persona a tener en cuenta.
EliminarSaludos.
No sabia nada de él Ahora lo sé gracias a vos
ResponderEliminarun abrazo
Es de la gente que forma parte de la pequeña historia del país.
EliminarUn abrazo.
Bonita descripción de un buen educador (no todos la merecen).Éste sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como mínimo dejó un poso del que pueden surgir plantas nuevas.
EliminarUn abrazo.